Estoy convencido, comer puede ser un placer, y como tal, está en peligro de extinción.
Sverrir clama y proclama que "comer es una necesidad", y estoy de acuerdo, sin embargo también puede ser un placer y cuando lo es, yo no me limito a disfrutarlo.
Llegué un poco tarde al comedor de mi trabajo, fui solo. No quise tardar mucho. De todas formas, sabía que en la noche en casa planeaba comer algo un poco pesado, así que me decidí por una ensalada, un jugo de toronja, un pan. El gran cocinero hace tres comidas diarias, una de ellas sin carne, más la barra de ensalada.
Cerca de las 14 horas el lugar está casi vacío, el murmullo más fuerte es el de la gente en la cocina. Empiezo a comer mi ensalada. Al poco tiempo llegan al comedor una colega con sus dos hijos, recogen su comida completa cada uno de ellos -no se limitan a una ensalada, platos completos-, se sientan cerca de la salida. Cuando voy solo a comer -con frecuencia- me siento en la parte de atrás, así me siento aún más solo y la ropa no se me impregna de olor a ingrediente frito.
Continúo con mi ensalada. La colega y sus hijos charlan mientras comen. Terminan de comer, ponen sus bandejas en su lugar. Se marchan. Yo sigo con mi ensalada. Ni siquiera hay alguien con quien charle como para justificar la lentitud. Es placer. Tanta hambre que pasaron mis padres y abuelos, lo menos que puedo hacer es comer bien, y disfrutarlo.
Tampoco era una gran ensalada: 9 aceitunas, 4 cubitos de queso mozarela, 4 rebanadas de berenjena en aceite, 6 hongos, zanahoria rallada, granos de elote, pimienta salida del molinillo, un chorro de aceite de oliva (para remojar el pan).
De noche en casa, he cocinado acelgas rellenas de queso feta, salteadas en aceite de aceituna; no han salido tan buenas, mas me han hecho recordar que cocinar también es un placer en peligro de extinción.
Hm. Acabo de darme cuenta de que varios de mis placeres favoritos empiezan con la letra 'c'.
Buen provecho.