Monday, October 29, 2007

Mute

On the path you started to walk
you don't have to worry, for nobody
dares to follow you
you just have to watch your step
and be cautious when it gets too dark

Do you feel tired? Your chant may now start
I can be sure you rehearsed before
I remember those nights when I couldn't sleep
for I was immerse in the notes
a sweet lullabye, it kept me awake

Your chant is not mute,
it happens now that noone is around
attempting to fall asleep
and it is not fair to think at least
that all the time you were rehearsing
was just in vain...
so let it go out, now...

Mute I am perhaps
I don't remember a single time
that your heard my voice,
mute I was and I will be
yet you never were blind as to see
the choreography of my hands
both on the air and on the ground

I am not there now as you know
you are not followed, you are not seen,
you are not heard,
just start that chant
may your rehearsal be worthwhile

JP
29.10.2007

Wednesday, October 24, 2007

Tokio

Algo pasa en Tokio. En cada esquina.
Emociones. Risa, llanto, euforia, narcisismo, cansancio, arrogancia, humildad, entusiasmo, sueño.
Nuestras primeras dos noches, nomás aterrizar en Narita, fueron en un hotel en Kamata, un poco alejado del centro, aunque alcanzabla todo con el suburbano; un toque real de Japón dentro de la metrópolis. Arriba, abajo y a los lados todo es Japón; un toque desconocido si nos hubiéramos mantenido en el centro.

El primer día llamé a Mariko, amiga de Juan, amigo oxkutzcabeño que estuvo trabajando en Tokio. El punto de encuentro: Harajuku. Casi tuve que arrastrar a Jens. En Sábado Harajuku parece un perpetuo desfile de moda y accesorios y como la noche cae a las 18 la vida vespertina se confunde con la nocturna, aunque es "una zona pija" como dijo Mariko. Luego encontramos a José, amigo español de Mariko que vive en Osaka que estuvo de visita en Tokio ese fin de semana. Fuimos a comer sushi.
El segundo día llegamos con muchísimas pausas a Asakusabashi para ir andando hasta Asakusa y dar un breve recorrido cerca del río. Mariko nos dijo que es "todavía tradicional"; al templo y la gran entrada les une una calle con muchos puestecitos, vendedores, turistas y peregrinos. Comimos fideos y vimos los alrededores del templo. Casualmente esa noche era el último encuentro de Sumo, y las entradas estaban agotadas.
Después en breve viaje en suburbano llegamos a Ueno, donde hay tres estaciones: una de suburbano y trenes de largo recorrido -que es una de las tres estaciones, junto a Shinjuku y Tokio con más tráfico en Tokio-, una de metro y una de la línea privada de tren rápido que conecta con el aeropuerto de Narita. Más interesante son el parque con las enormes hojas de loto, un templo y muchos indigentes -Ueno es la zona con más indigentes en Tokio- y el vivaz mercado a un lado de las líneas ferroviarias donde se puede comprar de todo y hasta negociar con los vendedores.
Más tarde hice una llamada a Yoshi; él estaba en Shinjuku ni-chome (el segundo 'chome' -supongo algo como barrio o lote- del área -o distrito- de Shinjuku). Nos encontramos 45 minutos después en una de las entradas de la enorme estación de Shinjuku. Mucha vida nocturna, con menos extranjeros que en Roppongi, menos 'pija' que Shibuya y Harajuku y cerca de Ikebukuru. Nos condujo a un bar con música tipo eurovisión o siempren-domingo y luego a una graciosísima tienda llamada 'Don Quijote'. También nos hizo recordar sin mucha gracia 'Lost In Translation' al mostrarnos el enorme letrero luminoso de Epson.


Regresamos a Tokio tres días antes del vuelo de vuelta a casa y pasamos la primera noche en un hotel cápsula (un tipo de hotel pensado en ejecutivos y una experiencia que no queríamos dejar pasar, dormir en un cuarto de 1x2x1 con tv, radio, despertador y clima) en Akihabara, el distrito electrónico por excelencia donde se encuentran desde partes hasta todos y desde recientes hasta obsoletos, usados o nuevos. Es que no quiero irme sin comprarme nada. Caí en la figura que yo mismo tracé en el suelo: me traje un iPod Nano.
Las otras tres noches las pasamos en un albergue cerca de Ueno, que resultó muy conveniente para coger el tren de regreso al aeropuerto. En este albergue vimos a mucha gente tratando de hacer reservaciones para futuras noches en Japón; sentimos un alivio por encargarnos de tan desgastante tarea antes de salir de casa.
Por nuestra cuenta exploramos una y otra vez Ueno y Akihabara. En Shibuya vimos cantidad enorme de gente y víctimas de la moda como en Harajuku, a donde fuimos otra vez, esta vez andando y donde Jens tuvo un corte de pelo que incluyó masaje de hombros y cuello.

Vimos por fuera los imponentes rascacielos en Shiodome y fuimos en un tren sin conductor a Odaiba, la zona de la bahía de Tokio, con edificios ultramodernos, una estatua de la libertad y un puente colgante llamado del Arcoiris.
Otro paseo fue en el Jardín Imperial y pudimos ver por fuera el Palacio Imperial. Luego vimos también por fuera la Torre de Tokio, una suerte de torre Eiffel en rojo. Vimos Ginza de noche, con muchísima gente, muchos autos de apariencia super-protegida, el edificio Sony y hasta compramos ropa 'barata' en un Uniqlo.
Encontramos de nuevo a Yoshi de nuevo en Shinjuku, aunque en esta ocasión nos retrasamos por tener un boleto que cubría solamente ocho de las 12 líneas de metro de Tokio (que son de dos diferentes compañías). Una linda japonesa nos ayudó a encontrar la puerta adecuada. Con Yoshi fuimos a cenar a un interesante restaurante, pagamos casi 10 mil Yenes, pero fuimos felices.
Al otro día encontramos a Mariko de nuevo, esta vez con otra amiga suya y de Juan, Chie, en el mercado de Pescado de Tsukiji. Un majo chico australiano que compartió habitación en el albergue fue al mercado temprano, pues aunque está siempre funcionando, entre 5 y 7 am se hacen subastas todos los días excepto Domingos. Comimos y compramos te y un cuchillo en el mercado y fuimos de nuevo a Shinjuku y subimos en la Torre del Gobierno Metropolitano; el día estaba claro y teníamos ganas de ver el Fuji desde lejos... las nubes y la niebla nos devolvieron las ganas desde lo alto.

De nuevo en Shinjuku fuimos a una tienda a comprar más te y algas y en el camino Jens recibió un masaje de pies (reflexología) que le produjo efectos que duran hasta hoy. Tuvimos una fantástica cena con Mariko y Chie; un cuponcito hizo un descuento de mil Yenes y el resto... nos invitó Mariko

Tuesday, October 23, 2007

Kioto +Fuji + Kamakura


Algo se anunciaba antes de llegar... para ir de Nara a Kioto se podría tomar la línea de tren nacional o una privada, que tiene más frecuencia que la nacional.
Yui, muy eficiente y amable, una de las encargadas del turno vespertino del albergue en donde pasamos las tres noches, confirmó. La infrastructura en Kioto no es precisamente para envidiar; los trenes suburbanos no tienen un área extendida como en Osaka o Tokio, las líneas de metro sin propiedad de diferentes compañías privadas y su esquema es cuadriculado; el bus depende del tráfico. Dado que la ciudad es casi plana, la bicicleta es lo más efectivo.
Nos tocó un día de lluvia y nubes y con estupendos paraguas fuimos cerca del templo Kiyomizudera desde donde vimos una armónica colección de paraguas que cubrían una incontable cantidad de turistas. Más tarde el mercado de Nishiki, donde casi se puede comprar de todo y además los vendedores de comestibles dan a probar sus ofertas, probé casi todas.
El albergue está cerca de Gion, famoso distrito antiguo de Geishas que tal vez actualmente sea más entretenido y menos sensible que antes. La vida de noche se me antojaba un tanto sofisticada, acercándonos al distrito de Pontocho y en la zona del centro, a la que podíamos llegar andando en cerca de 30 minutos.
Al siguiente día con mejor clima propuse o impuse ir en bicicleta hasta donde nuestros culos nos permitieran. Y pasamos por varios templos hasta llegar a la exquisita Ruta de la Filosofía, luego por el Palacio y Jardín Imperiales, y más tarde nos dirigimos al Templo Dorado Kinkakuji, no sin antes hacer una parada frente a un santuario donde había un pequeño festival con gente en trajes tradicionales.

Tras la visita al templo dorado hicimos otra parada en una feriecita como las de mi pueblo donde se venden un montón de cosas en puestecitos en la calle.
Rodamos hasta la estación central de Kioto, donde estacionamos las bicicletas; la estación es un paraíso para quienes gustan de la arquitectura y del "ir de compras", también noté que varios estudiantes van a estudiar o hacer sus tareas (más tarde Yui nos dijo que en las bibliotecas no se permiten traer libros propios).
Con el tren fuimos al intrigante santuario de Fushimi Inari y al regresar a la estación las bicicletas... nos esperaban. La seguridad en Japón es maravillosa.


Al dejar Kioto (en nuestro último viaje en tren bala) hicimos dos paradas.
Una fue en Kawagzchi-Ko, uno de los cinco lagos cerca del Fuji. Pasamos una noche en un albergue acogedor con baños termales; frente a nuestra ventana el Fuji se mantuvo imponente y cubierto por una gruesa capa de nubes. Un día para relajarnos en un pequeño pueblo donde era fácil perderse y difícil encontrar algo para comer.

La siguiente parada fue en Kamakura, muy cerca de Tokio, famosa por el gran buda, que existe desde hace 7 siglos, antes cubierto por un templo destruido por un tsunami. También hay varios templos y santuarios; en frente de uno de ellos encontramos de nuevo a la pareja de mexicanos que vimos en Himeji. Al mediodía, después de comer Soba fuimos a la playa de Kamakura; Jens chapoteó y yo hice fotos. Fue la primera vez que vi el Pacífico

Monday, October 22, 2007

Himeji/Nara

Kansai es la región de Japón tradicionalmente relacionada con cultura y turismo. Visitamos además de Osaka y Kioto otros dos lugares: Himeji y Nara.
Alguien me dijo que si decido visitar al menos un castillo en Japón, debe ser el de Himeji, otro de los cuatro tesoros nacionales nipones y con una cantidad mayor de visitantes no japoneses que el de Matsumoto, además de ser Patrimonio de la Humanidad; como es cerca tanto de Osaka, Kioto y Kobe, hay mucha gente que hace excursiones de un día para ver el castillo, de tamaño también superior al de Matsumoto.
Después de ver el castillo me encontré a una pareja de mexicanos a los que curiosamente encontré de nuevo días después en Kamakura.
A la entrada del castillo, vimos la entrada a un zoológico y Jens intentó preguntar si era posible ver una salamandra gigante; no nos pudieron entender, per casi 100 metros más adelante la chica vino corriendo "ya sé qué es lo que quieres ver!" le dijo a Jens y sugirió el acuario de Himeji, a donde fuimos después de visitar el castillo.
La calle que conecta la estación de trenes con el castillo de Himeji tiene una gran cantidad de turistas y de tiendas turísticas. Mucha gente intenta incluso hablar en inglés. En una tienda departamental Jens compró unos cuencos.
Fuimos al acuario y vimos finalmente una salamandra gigante, además de tortugas, culebras, pinguinos, peces globo...
La parada en Nara la hicimos después de Osaka, nos tocó un día nublado y un poco lluvioso. Nara fue la primera capital oficial de Japón y tiene tal cantidad de templos y santuarios que en total son ocho los puntos designados Patrimonio de la Humanidad. Jens estaba un poco cansado de templos y entré yo solo al templo de Todaiji, algo así como el templo que se tiene que visitar en una visita a Nara, grandioso por fuera y por dentro. También quise ir a un santuario, así que visitamos el de Kasuga Taisha en donde presenciamos parte de una boda japonesa.

Hay un montón de venaditos andando libremente por el enorme parque de Nara, se dice que son mensajeros de los dioses; se pueden incluso comprar bizcochitos para darles de comer. En medio de niebla y lluvia también bebí te verde caliente.

Friday, October 19, 2007

Osaka

Según alguien me dijo (el planeta solitario creo), Osaka fue duramente bombardeada en la Segunda Guerra Mundial. La ciudad creció de nuevo, literalmente frente al mar hasta convertirse en la segunda ciudad en importancia en Japón.
La impresión es de una mega ciudad, una metrópolis con edificios altísimos y calles que parecen cordones de zapatos.
En el centro se yergue el Castillo de Osaka, que en medio del 'sky-line' o pasa desapercido o crea la fascinación del contraste entre lo histórico y lo moderno al por mayor.
El albergue en el que pasamos las dos noches se encuentra en la zona de Imamiya, que según nos dijo José -amable español a quien conocimos una semana antes a través de Mariko- no es precisamente la mejor zona de Osaka. Íbamos a pernoctar en un dormitorio con seis camas, pero dado que un grupo decidió permanecer más tiempo, nos dieron un cuarto para dos. El albergue es famoso por quien rige, Oliver, y por la amabilidad de quienes trabajan. Yo recuerdo también las puertas corredizas de papel. Y las picaduras de los insectos. Muchos de los hospedados visitaban la ciudad por la vida nocturna, sobretodo en Namba.

Ver la zona de Namba de noche nos dejaba la boca abierta. El juego de luces por todas partes y el ruido de las maquinitas expendedoras de peluches y tragadoras de monedas y pachinkos casi me hace enloquecer. El toque 'Blade Runner' llega cuando doblamos una callecita y comimos fideos Udon con tofu y bebimos te verde en el puestecito tradicional de un hombre mayor con un joven (que supongo era su hijo). Recuerdo esa escena y se me hace algo en el pecho. O en la garganta. O en los ojos.
En la estación de Namba hay un paseo subterráneo, para ir de compras. La claustrofobia y la noción del tiempo se fusionan en un acompañante de dudosa amabilidad.
Más compras. Atravesamos (para dolor de mi espalda) la calle más larga de compras en Japón: 2.1 km de puestos de todo tipo!
Cerca del barrio de Umeda Osaka vive de día. Noté muchísimos vendedores de Bentos; Jens me dijo "es para los que trabajan que casi no tienen tiempo de comer".
Fuimos a la torre en Umeda que parece un Arco del Triunfo en el futuro. Decidimos subir al anochecer; primero por una torre, a muchos metros de altura pasamos a la otra por una escalera eléctrica, no aptas para acrofóbicos.
Con José compramos algunos recuerditos para Christoph: pequeñas tetonas con trajes de colegialas. Traté de ver godzillas; estaban un poquito caros... Luego comimos algo, la especialidad de Osaka es el Yakitori, palitos con trozos de pollo ensartados, desde la carne hasta las vísceras.

Thursday, October 18, 2007

Kanazawa

Gran parte del encanto que ofrece Kanazawa al llegar en tren es ver la gran construcción de la entrada que luce como un templo o santuario futurista; construida con unos troncos enormes y una red metálica en el techo.

Es una ciudad cercana al Mar de Japón, que no pudimos ver a pesar de la corta distancia que les separa, 30 minutos de acuerdo a lo que escuchamos en la estación. La ciudad es surcada por dos ríos y algunos canales, en uno de los cuales vimos a una tortiguita :)
El "Ryokan" en donde pasamos las dos noches es muy cerca de la estación y fue un buen punto de partida para visitar todo lo que pudimos.
El antiguo distrito Samurái (Nagamachi) todavía tiene muchas construcciones con jardincitos espectaculares y en la casa donde pudimos entrar pudimos ver hasta antiguas vestimentas de los Samuráis. Muy cerca vimos una fábrica de kimonos, donde por una interesante cantidad de Yenes el visitante puede pintar el suyo.
En Kanazawa gracias a una familia poderosa ancestral florecieron varias formas de cerámica, para placer de Jens e interés mío visitamos un taller y un hombre amable nos dio un paseo y explicaciones. Compré un cuenquito Ohi para ...

Un antiguo distrito de Geishas casi me hace olvidar que estamos en una ciudad. Entramos en una antigua casa de Geishas (Okiya) donde se exhiben antiguas fotos y algunos intrumentos. Muy cerca hay un distrito (Teramachi) con muchísimos templos y santuarios, entramos al conocido como "templo ninja", que en realidad no tiene nada que ver con los ninjas, pero se le conoce así supongo más por razones turísticas dadas las trampas, puertas falsas y habitaciones ocultas por las que pudimos entrar... bueno al cuarto Harakiri no entramos (solamente puede abrirse por fuera).
En una de las calles anchas donde hay un famoso centro comercial me comí un riquísimo helado de te verde. Hay placeres en esta vida!
Una marcha tremenda nos llevó al Kenrokuen, un jardín ESPECTACULAR, con mayúsculas, que fue en realidad el motivo principal por el que visitamos Kanazawa; es considerado uno de los tres mejores jardines japoneses en el Imperio del Crisantemo. A la salida pudimos ver el castillo de Kanazawa.

La noche nos acompañó hasta el otro distrito de Geishas, que es casi folclórico. Vimos de reojo a una de ellas trabajando en una casa. La entrada a extranjeros es prácticamente vetada. Bebí una cerveza japonesa y la acompañé de un cuenco de fideos blancos (Udon) con tofu. Hay placeres en la vida!
Yo quería dejar Kanazawa con buen sabor de boca. Al coger el tren compré un 'Bento': un almuerzo o comida para llevar. El Bento de Kanazawa tenía el sabor de la ciudad, cercana al mar y a las montañas, con áreas urbanas, pintorescas, verdes...

Wednesday, October 17, 2007

Alpes japoneses/Matsumoto


"Matsumotooo!" se escucha cuando descendemos del tren que nos trae de Tokio. Como si fuera un cuento o algo parecido, como en la película 'Sen To Chihiro'.
No hacía mucho frío, se notaban las montañas, los Alpes japoneses, detrás de la ciudad, chiquita. Sentí un ligero ambiente familiar con el paisaje detrás y la estación de trenes tan cómoda y tradicional.
No sabíamos exactamente cómo desenvolvernos en un autbús. Dado que Matsumoto es un lugar en realidad pequeño, no hay sistema de metro ni trenes suburbanos. Era la primera noche que íbamos a pasar en un "Ryokan", tal vez equivalente a lo llamado "pensión".
El atractivo principal es el castillo de Matsumoto, según dicen uno de los cuatro castillos considerados tesoros nacionales. Además a 20 minutos en autobús se llega a Asama, donde hay fuentes termales y ese tipo de baños japoneses, "Onsen". Y con los Alpes japoneses a tiro de piedra, era un lugar favorable para "relajarnos". No hicimos una excursión de un día.
Leí por enésima vez el papel en mi mano: se entra por la puerta de atrás; se coge un billetito que tiene un número; en cada parada el tablero arriba del conductor se actualiza; cuando me vaya acercando a mi paradero debo presionar el botoncito; debo ver el número de mi billetito y buscar su equivalente en el tablero; al bajar debo depositar mis monedas y el billetito en una ranurita al lado del conductor; en caso de no tener el dinero exacto, cerca del conductor hay una maquinita que cambia billetes por monedas o monedas por más monedas. Cómo cariños voy a reconocer que me acerco a mi estación?
La señora del Ryokan estaba con una sonrisa dibujada en el rostro. En la entrada estaban nuestros nombres junto a los de otros huéspedes. Nuestra habitación tenía vista al río. Pudimos usar bicicletas (y evitar el autobús para ir al centro o a Asama). Hay un baño con agua caliente (Sento). Durmimos sobre futones sobre tatamis cubiertos por un yukata (una especie de kimono-pillama) y teníamos te en la habitación.
Optamos además por desayuno japonés: pescado, arroz... nada de pan ni de mermelada ni de queso...
Además nos dio entradas para el castillo por 200 Yenes (el precio normal son 600 Yenes). Después del castillo -que es un real tesoro- fuimos en bicicleta por cuesta a Asama al Onsen que la señora nos sugirió. Qué experiencia! Discretamente seguí las acciones de los otros visitantes. Me duché sentado en un banquito.
Una de las especialidades de Matsumoto es la carne de caballo cruda; mi temor en el lugar de la cena era ordernar algo de la carta y recibir tal especialidad... no sucedió!



Al siguiente día en tren a los Alpes; un viaje un poco caro, una gran oportunidad para que mis ojos descansaran. En este día también utilizamos el servicio de desplazamiento de equipaje y nos lo enviaron a la siguiente ciudad.
Atravesamos las montañas primero en tren, luego en bus, luego en un bus eléctrico, luego en un tren que sube en forma diagonal, luego en teleférico de vértigo, luego en otro tren que baja en forma vertical y luego en bus de nuevo y finalmente otro tren. En los puntos de cambio de vehículo respiramos aire fresco y comimos cosas pequeñas e hicimos fotos. Una pena habernos despertado tarde.

Thursday, October 11, 2007

In Rainbows



No me voy a poner a escribir una reseña. Para empezar soy un gran fan, un adicto a Radiohead, por lo que les perdono todo (como le perdono a Lars, por lo mismo nos vamos a casar), y además soy un adulador profesional.
Como Prince hace poco, Radiohead casi desafía a las grandes compañías disqueras. Su nuevo trabajo, 'In Rainbows', se ofrece a precio de escuchador. Cuánto he ofrecido? Lo voy a dejar en el misterio.
El "trabajo" está disponible desde ayer, 10 de Octubre. En Diciembre se supone que va a salir a la venta un paquete de 40 Libras Esterlinas, con viniles y más "trabajo" del colaborador artista Stanley Donwood, presuntamente las 40 duras incluirían el envío a cualquier parte del mundo. En realidad lo de "salir a la venta" es un decir, pues parece ser que solamente se van a vender a través del sitio del nuevo álbum de la banda. Más aun, probablemente en el próximo año salga a la venta una edición "usual" en CD del trabajo.
Yo no me puse a esperar mucho.
Con "15 Steps" casi dejo todo, entre lo electrónico y las guitarras, con líneas difusas en sus esquemas, como en Amnesiac y Kid A. Poco después llega "Nude", y me empecé a sentir al mismo "ritmo". No, al mismo "nivel". No, le empecé a entender el aroma; el tercer trago del ron.
Sin embargo, tenía que llegar, el toque pop, mi corazón palpita de vez en cuando. "Faust Arp" con ese fondo y esa melodía y esa guitarra. Hubo un cambio? O me falta escuchar con calma?
Así me mantuve hasta "Videotape", al final. Casi digo que se ponen "a lo Björk". Cojones! Soy adulador profesional!
La duda del año que no se acaba es el paquetito ese de las esterlinas...

Monólogo de la pantallita



"Muy amables, presentan lo que vas a comer". Desde el momento de comprar el boleto, puse la marquita de comida sin carne ni leche. Son amables. Lo noté más en el viaje de ida que de vuelta.
En el de vuelta chequé la casi interminable lista de películas en la mini pantallita. Eran menos de lo que parecían, es que ponían 'Zoketes del Caribe 3' en una cantidad extra-manejable de idiomas (con más idiomas que los dedos de una mano quiero decir).
Bueno, o la de Leloch o esa con Auteuil, la que empiece primero.
Me dieron ganas de hurgar hasta saber porqué me sentí un poco culpable.
Tal vez porque ese arrogante y aún humano Auteuil era un desconocido, aunque fácil de identificar. Nunca supe cómo ha sido y si se suponía que a través del monitorcito debería notar el típico cambio 'road-movie-esco' en su vida, me lo perdí. Si lo pude ver identificable tal vez me recordaba a alguien conocido o familiar.
Tal vez porque ese humilde jardinero no era un hombre mayor dándoselas de sabio, como pensaba que lo iba a identificar. Sin embargo, cuando en el futuro Auteuil recordaba algo que él le hubiera dicho, lo podía identificar, supongo que con alguien familiar, o conocido.
Tal vez simplemente me sentí culpable porque cuando al final esa ridícula pantallita me hizo derramar una lágrima, me sentí manipulado por el equipo de la tan amable aerolínea o por el equipo de 'Diálogo Con Mi Jardinero', ya que, en realidad no vi ningún cambio 'road-movie-esco' como se me anunciaba.
Tal vez me sentí culpable porque Jens la quería ver, pero por ver a Mister Bean solamente pudo ver la mitad, hasta antes del aterrizaje.
AirFrance me ofreció muchas películas y comida sin carne.