Thursday, June 08, 2006

La Camarita

Si hubiera sido un dolor o malestar no me molestaría en escribirlo. A lo peor ha sido dolor, pero como lo quiero expresar digo que no.
Finalmente al saber que tengo el boleto en la mano y la camarita digital en el bolsillo, cogí con la otra el teléfono para llamarle a mi padre. El trabajo, su jefe o lo que sea o quien sea, le han impedido verme. De todas formas, el lugar en donde él vive es cerca pero no inmediato a la ciudad de México, cuatro horas de manejo. Jens dice que, pues que yo he viajado veite.
No es cierto, no fueron 20.
Y como sea, tengo los pretextos acumulados, porque conmigo viajaban unas páginas llenas y algunas otras en blanco. Las llenas gritaban porque les escuchara. Las blancas gritaban porque les hablara.
Pues que en todo ese trozo de ida y en el de regreso, solamente mis ojos estuvieron abiertos, mientras no dormía.
Ahora, con las cintas de Buñuel que con ayuda del tiempo se han puesto en orden (falta 'Viridiana', que llega la siguiente semana), me acuerdo que no hace falta una copia del 'Angel Exterminador'. Tengo la voluntad paralizada.
La camarita está allá, donde no me puede fotografiar, espero que mi padre tenga la voluntad de hacer fotos.
Si el estado de la mía resulta en verdad ser consecuencia de un dolor no sufrido, no lo quiero imaginar. Solía pensar que el dolor me incitaba a avanzar, al menos introspectivamente.
Mi mente se siente ocupada por intervalos. Me pregunto si mi hermano va a leer el 'Retrato del Artista Adolescente', espero (no me lo pregunto) que no sea muy joven para ese libro.

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