Tuesday, October 23, 2007

Kioto +Fuji + Kamakura


Algo se anunciaba antes de llegar... para ir de Nara a Kioto se podría tomar la línea de tren nacional o una privada, que tiene más frecuencia que la nacional.
Yui, muy eficiente y amable, una de las encargadas del turno vespertino del albergue en donde pasamos las tres noches, confirmó. La infrastructura en Kioto no es precisamente para envidiar; los trenes suburbanos no tienen un área extendida como en Osaka o Tokio, las líneas de metro sin propiedad de diferentes compañías privadas y su esquema es cuadriculado; el bus depende del tráfico. Dado que la ciudad es casi plana, la bicicleta es lo más efectivo.
Nos tocó un día de lluvia y nubes y con estupendos paraguas fuimos cerca del templo Kiyomizudera desde donde vimos una armónica colección de paraguas que cubrían una incontable cantidad de turistas. Más tarde el mercado de Nishiki, donde casi se puede comprar de todo y además los vendedores de comestibles dan a probar sus ofertas, probé casi todas.
El albergue está cerca de Gion, famoso distrito antiguo de Geishas que tal vez actualmente sea más entretenido y menos sensible que antes. La vida de noche se me antojaba un tanto sofisticada, acercándonos al distrito de Pontocho y en la zona del centro, a la que podíamos llegar andando en cerca de 30 minutos.
Al siguiente día con mejor clima propuse o impuse ir en bicicleta hasta donde nuestros culos nos permitieran. Y pasamos por varios templos hasta llegar a la exquisita Ruta de la Filosofía, luego por el Palacio y Jardín Imperiales, y más tarde nos dirigimos al Templo Dorado Kinkakuji, no sin antes hacer una parada frente a un santuario donde había un pequeño festival con gente en trajes tradicionales.

Tras la visita al templo dorado hicimos otra parada en una feriecita como las de mi pueblo donde se venden un montón de cosas en puestecitos en la calle.
Rodamos hasta la estación central de Kioto, donde estacionamos las bicicletas; la estación es un paraíso para quienes gustan de la arquitectura y del "ir de compras", también noté que varios estudiantes van a estudiar o hacer sus tareas (más tarde Yui nos dijo que en las bibliotecas no se permiten traer libros propios).
Con el tren fuimos al intrigante santuario de Fushimi Inari y al regresar a la estación las bicicletas... nos esperaban. La seguridad en Japón es maravillosa.


Al dejar Kioto (en nuestro último viaje en tren bala) hicimos dos paradas.
Una fue en Kawagzchi-Ko, uno de los cinco lagos cerca del Fuji. Pasamos una noche en un albergue acogedor con baños termales; frente a nuestra ventana el Fuji se mantuvo imponente y cubierto por una gruesa capa de nubes. Un día para relajarnos en un pequeño pueblo donde era fácil perderse y difícil encontrar algo para comer.

La siguiente parada fue en Kamakura, muy cerca de Tokio, famosa por el gran buda, que existe desde hace 7 siglos, antes cubierto por un templo destruido por un tsunami. También hay varios templos y santuarios; en frente de uno de ellos encontramos de nuevo a la pareja de mexicanos que vimos en Himeji. Al mediodía, después de comer Soba fuimos a la playa de Kamakura; Jens chapoteó y yo hice fotos. Fue la primera vez que vi el Pacífico

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